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Mostrando entradas de 2017

¡NO QUIERO SER UN MENTIROSO!

Primer carta del apóstol san Juan 2, 3-11 Lucas 2, 22-35 Se acerca el fin de este año; es una oportunidad de evaluar mi vida como cristiano y preguntarme si me falta afinar algo en mi testimonio. Es tan fácil decir que creo en ti, Señor. Lo que ya no es tan fácil es hacer que, con mi vida, los demás crean en ti. No son pocas veces en que mi testimonio hiere, aleja y deja mucho que desear. Me conformo con 'estar' en misa, con 'estar' en la oración, con 'estar' en la pastoral, pero no me animo a 'ser' Eucaristía, a 'ser' oración, a 'ser' testimonio. Hoy quiero poner en mi corazón a aquellos con quienes he tenido diferencias, a aquellos que me han herido, a los que yo he lastimado, a aquellos por quienes siento rencor u odio. No puedo seguir así Señor, no puedo seguir mintiendo diciendo que te pertenezco y odiando a mis hermanos. Ilumina mi corazón, sana esas heridas y ábreme a la experiencia de reencontrarme con mis hermanos.

DISIPA, SEÑOR, MI OSCURIDAD

Primera carta del apóstol san Juan 1, 5 - 2, 2 Señor, con tu Navidad has traído Luz a nuestras vidas. Hoy quiero detenerme por un momento y mirar en mi corazón; quiero releer mi vida y ser sincero conmigo mismo. No quiero mentir, acepto que en mi corazón siguen ciertas oscuridades que no me dejan vivir con libertad; sigo encontrando en mi vida momentos que nublan mi alegría y, muchas veces, me llenan de ira. ¿Qué hacer, Señor? Ilumíname con tu Luz, Señor, y que mis oscuridades se disipen con tu presencia. Ilumíname para que mi historia sane y pueda ser libre de ataduras que me impiden amar. Purifícame, Señor, y hazme también luz para los demás.

TÓCAME, SEÑOR, PARA ANUNCIARTE

Primera carta del apóstol san Juan 1, 1-4 Yo anuncio lo que experimento, lo que veo, lo que escucho, lo que vivo. Estoy en la Octava de Navidad, una prolongación de tu Nacimiento en mi vida y de la oportunidad que me das para ser Navidad en la vida de los demás. Hoy quiero preguntarme si mi contemplación ha sido buena frente a este milagro que nos has regalado. ¿En verdad he afinado las notas de mi corazón con el canto de amor de tu Nacimiento? Tócame, Señor, como instrumento tuyo para templar mi vida con la tuya. Tócame para que llegues a mis hermanos a través de mí. Tócame para que el canto del amor llegue a todos los corazones. Tócame y déjame verte y oírte para anunciarte, Señor.

SER DISCÍPULO HASTA LA MUERTE

Hechos de los Apóstoles 6, 8-10; 7, 54-60 Mateo 10, 17-22 Señor, la vida del cristiano está llena de incontables bendiciones pero también de dificultades. No es fácil predicarte pues vivimos en una sociedad cuyos valores son lo contrario a los valores del Reino que tú predicaste. No es fácil predicarte pues no dejo de ser señalado, juzgado y criticado por mi deseo de vivir en tu sintonía. Quien decide seguirte no puede estar exento de vivir con ánimo forzado, siempre batallando, soportando, asumiendo y caminando. Dame valor y perseverancia para no temer a morir cada vez que me critique mi propia gente. Dame paciencia para no enrolarme en su violencia. Concédeme sabiduría para contestar lo que tu Espíritu me dicte al corazón. Que no me acobarde, aunque me duela. Que no deje de ser tu discípulo hasta que muera.

SIN MIEDO A SER FELIZ

Lucas 1, 26-38 Hoy se cumple, Señor. El día ha llegado, tu Navidad está aquí. Ya no hay más espera, confirmas tu presencia y salvación en mi corazón. Hoy quiero contemplarte en la alegría, Señor; encender mi corazón de gozo por ti, porque hoy no solamente te has rebajado a la dignidad humana, sino que tomaste mi dignidad humana para elevarla a una condición divina con tu nacimiento. Hoy quiero dejar de temer a ser feliz, quiero abrirme a esta realidad que sana, salva y reintegra. Ya no más miedo a tu amor, no más resistencia a tu abrazo y a tu perdón. Ayúdame a vivirte y a abrirme a mis hermanos, a buscarte en ellos y gozarte con ellos. Transfórmame en Navidad Señor y que toda mi vida sea una hermosa expresión de tu presencia en nuestros corazones.

¿DE QUIÉN SOY PROFETA?

Malaquías 3, 1-4. 23-24; Lucas 1, 57-66 Señor, la fecha se acerca, el adviento acaba. Tus tiempos no son los míos y confío que por muy poco tiempo que quede, puedo lograr el objetivo de este adviento. Tomo conciencia de mi misión como profeta; lo soy desde mi bautismo. Hoy quiero apropiarme de esta dignidad que tú me has regalado, pero necesito preguntarme si realmente he sido cuidadoso en vivir este don que has puesto en mi corazón. Mi vida es una expresión de lo que creo y me pregunto qué he estado anunciando a través de ella. ¿Soy profeta del perdón, de la conversión, de la compasión, de la solidaridad, del amor? ¿O lo único que predico es división, egoísmo, dureza de corazón, soberbia e infelicidad? ¡Aún tengo tiempo Señor! Ayúdame a convertir mi corazón para que se asemeje al tuyo, y anunciar tu Navidad como profeta de Dios. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

ENAMÓRAME SEÑOR

Cantar de los Cantares 2, 8-14 Hoy quiero contemplarte en el Amor, Señor. El adviento me mueve en una espera de tu Navidad. Yo me preparo y anhelo ese momento para conmemorar tu Nacimiento.  Me pregunto si mi adviento está impregnado de ese enamoramiento que ansía al amado, deseando estar ya con él, tocarlo, abrazarlo, contemplarlo, escucharlo, sentirlo, vivirlo.  ¿Será que mi adviento llega a tal enamoramiento, Señor? No lo sé, temería mentir o engañarme. De lo que sí estoy seguro es de que tu enamoramiento por mí sí es pleno y ya deseas nacer en mi corazón.  ¡VEN SEÑOR JESÚS!

DE SIGNOS AL GOZO DE TU PRESENCIA

Isaías 7, 10-14 Señor, en muchas ocasiones mi desesperación y mi miedo me hacen exigirte signos. Me ciego y hago insensible mi corazón a tu presencia.  Hoy quiero pedirte Señor que des luz a mis ojos y a mi corazón para ver esos signos, que siempre pido, en las vidas de mis hermanos. Ayúdame a darme cuenta que la experiencia de tenerte en mi vida depende de mi apertura a los demás. Por eso eres el Dios-con-nosotros, porque te haces presente y  nos llenas de gozo cuando nos reunimos en tu nombre.  Quiero ver tu rostro en mis hermanos, tu sonrisa en el pequeño, tu mano que toca la mía en el amigo, tu consuelo en mis padres, tu cielo entre los míos.  ¡VEN SEÑOR JESÚS!

MUDO POR INCRÉDULO

Lucas 1, 5-25 En una espera que me exige abrir los ojos del corazón para vivir tu Navidad, Señor, también es indispensable que me ocupe de pedirte que incrementes mi Fe. ¡Cuántas maravillas me regalas diariamente, Señor! Todas ellas son signo de tu presencia y de tu amor. Pero aún así no me das gusto porque no se ajustan a mis planes, a lo que deseo para mí, a mis comodidades, a mis urgencias accidentales. Te dejo con tus manos estiradas, llenas de dones para mí, porque aún no te creo, porque lo veo muy imposible, porque es inalcanzable, porque es una locura. Que mi incredulidad, Señor, no sujete mi lengua para cantarle al mundo lo misericordioso que eres. Ayúdame a releer mi vida, buscándote en ella y convenciéndome que la Navidad es tiempo de gritarle a los demás cuánto nos amas para, así, amarnos nosotros también. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

¿A QUIÉN REALMENTE ESPERO?

Jeremías 23, 5-8; Mateo 1, 18-24 Señor, tu Navidad me pone en movimiento. Toda mi vida gira en torno a ella durante este Adviento. Hoy quiero confirmar desde mi corazón mi espera y hacer partícipes a quienes me rodean. Pero hoy también quiero preguntarme a quién realmente espero: ¿al Rey justo y prudente que trae Salvación? ¿o al Hijo del Dios que castiga, se enoja y me prueba con mi sufrimiento, y a quien yo debo temer? Yo estoy convencido que espero al "Emmanuel", el Dios hecho Hombre, justo y prudente, expresión misma de la Misericordia de un Padre que nos ama y anhela que seamos felices. Estoy convencido que el Dios, a quien espero, sana, toca, escucha, consuela, perdona, incluye, se compadece. Y, si este Niño es Dios-con-nosotros,  no puedo quedarme sólo sino que he de buscar estar con mis hermanos, con los otros, para vivir realmente la riqueza del Amor que transforma y nos llena de Esperanza. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

SÓLO PUEDO CON TU ESPÍRITU

Is 61, 1-2 Cuánto me llena de alegría pensar que ya estamos más cerca de celebrar tu Nacimiento. Trabajo duro para que mi corazón esté preparado para entonces. También lleno de signos mi hogar para que me recuerden que esta Navidad ha de ser diferente; tiene que ser desde dentro y compartida. Hoy quiero fortalecerme en mi misión. Adviento es también tiempo de misión porque preparo la Navidad no sólo para mí sino para los que me rodean. Muchos de ellos necesitan sanar su corazón, liberarse de tantas cosas y sentimientos, conocerte aún más, sentirse perdonados y llenar su vida de la alegría en ti, Señor. Que sople tu Espíritu, el mismo que se alberga en mí desde que me ungiste con mi bautismo, para no resistirme a ser instrumento de tu sanación, de tu liberación, de tu perdón y de tu alegría. Revísteme de ti, Señor, para que mi adviento sea una diaria Navidad para mis hermanos. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

NO QUIERO PERDERTE DE VISTA

Mateo: 17, 10-13 Señor, hoy me pregunto si he puesto atención a tu presencia en este adviento o me he preocupado demasiado en detalles secundarios al verdadero sentido de esperar tu Navidad.  Sin darme cuenta, pasas frente a mí y yo distraído en la corona de adviento. Quieres hablarme y yo apresurado poniendo a los peregrinos. Me llamas en algún hermano que necesita una palabra de amor y yo con las carreras de los aguinaldos. Incluso me enojo y no escucho lo que me quieres decir al corazón.  No vaya a pasarme que cuando tenga ya todo preparado, tal cual YO lo planeé, la oportunidad de experimentar tu presencia se haya ido ya.  ¡VEN SEÑOR JESÚS!

NO QUIERO ESTORBARTE SEÑOR

Mt 11, 16-19 La Iglesia está conformada por corazones convocados al amor, pero ¡qué difícil son las relaciones humanas! No alcanzo a comprender, Señor, el llamado a ser hermanos. Dejo que mis envidias, mi egoísmo, mi soberbia se proyecten en los demás. ¡Cómo estorbo a tu Evangelio! cuando pretendo ser el justo que juzga a todos, cuando pretendo ser el santo que dicta sentencia a los pecadores, cuando me apodero de lo "sagrado de tu templo" ahuyentando a mis hermanos con mis actitudes, cuando me la paso husmeando en todo y sirviendo en nada. Ayúdame, Señor, a que en este adviento mi corazón encuentre conversión y mi vida sea una verdadera invitación a ser Iglesia y expresión de Salvación. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

HOY QUIERO ROBARTE EL CIELO

Mt 11, 11-15 El reto de vivir como cristiano en nuestros contextos es un desafío claro. No se es cristiano sólo de rezo, de misa, de cruz en el pecho. Diario tengo que luchar, esforzarme y romper esquemas para vivir tu Cielo y hacerlo alcanzable a mis hermanos. … el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. Hoy quiero insistir en mi lucha personal por vivir este Cielo que me ofreces, en el que se experimenta la apertura del corazón y el gozo para vivir mi realidad desde tu mirada de amor, de perdón, de esperanza, de fe y común-unión. Yo sé que no es fácil pero también sé que vale la pena. Hoy quiero robarte el Cielo y repartirlo entre mis hermanos, gozarlo contigo en el esfuerzo constante de ser signo de tu Salvación, inundando corazones con el deseo de comprometerse en esta diaria conquista. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

DESCANSANDO EN TI

Mateo: 11, 28-30 Señor, muchas veces pasan mis días y no alcanzo a terminar todo. El tiempo no me alcanza; corro y me fatigo de los pendientes, de la escuela, del trabajo, de los compromisos. Vivo muy rápido y no me doy cuenta.  Tú no eres ajeno a estas carreras de mi vida. Hoy me detienes y me invitas a descansar en ti. Tu tiempo no es igual al mío y por eso me pides un instante del mío para hacerme descansar como en una eternidad del tuyo, tocándome, ayudándome a ser consciente de mí mismo, de mi respiración y de mi estar.  No permitas que la vida me agobie y me quite el deseo de encontrarme contigo en instantes que me hagan reposar mi corazón, haciéndome templar mis latidos con los tuyos en una verdadera contemplación de tu amor.  ¡VEN SEÑOR JESÚS!

ENSÉÑAME A SER HUMILDE Y A CREER

Lc 1, 39-48 El corazón del mexicano se llena de gozo por la maternidad de Nuestra Señora de Guadalupe, quien quiso expresarle a este pueblo su amor y protección. María, siendo aún muy joven, le creyó al Arcángel y en ella se cumplieron profecías y maravillas. Juan Diego le creyó a María de Guadalupe y se sigue cumpliendo una cascada de bendiciones al pueblo de México que rompen fronteras para impregnar a toda la humanidad. Hoy, Señor, te doy gracias porque, estando en el suplicio de la cruz, nos dejaste a tu querida Madre, quien también nos adoptó como hijos. Quiero ser humilde como aquella joven Virgen que te creyó e hizo posible nuestra Salvación. También quiero ser humilde como Juan Diego, quien le creyó a María de Guadalupe cambiando la historia de una Nación. Enséñame a ser humilde, Señor, e incrementa mi fe para que sea tu Espíritu quien actúe en mí dando signos de tu Salvación a mis hermanos.

UNA FE QUE MUEVE Y SANA

Lc 5, 17-26 Señor, hoy quiero pedirte que renuevas mi fe. La verdad, en ocasiones no entiendo esta hermosa experiencia de creerte; me resisto a dejar aquella fe que me hace relacionarme contigo por conveniencia: creo porque me das, creo porque siento, creo porque veo, creo porque temo o porque me conviene. Mi fe debería provocar en mí más que una búsqueda de favores; debería moverme a buscarte a Ti, a abrirme a la experiencia con los demás para buscarte juntos, a ampliar mi horizonte y salir de mi egoísmo, a abrir boquetes en mis esquemas tan rígidos, a descolgarme de mis ideales de grandeza. Todo, Señor, para llegar a ti y experimentar cómo me sanas. Sana mi parálisis espiritual e infunde tu Espíritu en mí para anunciar tu Salvación. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

ABRIENDO SENDAS

Mc 1, 1-8 Señor, todo mi deseo en este adviento es prepararme para vivir con intensidad tu Navidad. Este tiempo camino con vistas a llegar a la meta de la alegría y mi conversión.  Yo sé que tengo que cambiar direcciones y pasos en este caminar. Hoy quiero, Señor, detenerme por un momento; quiero ser consciente del camino por el que ando y ajustar mi dirección.  Estoy llamado a ser constructor de sendas que lleven a ti. Hoy yo quiero ser senda para llevar a mis hermanos a ti.  ¿Qué tengo que ajustar en mi vida, en mis sentimientos y actitudes para que, a través de mí, los demás puedan llegar a la experiencia de tu Navidad? ¡VEN SEÑOR JESÚS!

COSECHANDO PARA TU REINO

Mt 9, 35 - 10, 1. 6-8 Señor, hoy estoy llamado a la compasión; tenerla me permite experimentar pasión  por la realización de algo o de alguien. Veo a mi alrededor a muchos hermanos deseosos de una luz de esperanza, anhelantes de un soplo de tu Espíritu. ¡Cuántos corazones apachurrados, apagados, tristes, heridos! Hoy quiero renovar mi compromiso como cristiano a participar de tu Campo, de tu Cosecha. Hay tantos corazones que regar con gotas de amor, hay muchas vidas que abonar con esperanza y fe; hay tanto por hacer aún. El Cielo es una experiencia comunitaria y no la puedo vivir con plenitud si falta un corazón por sanar. Todos somos responsables de que el Cielo llegue hasta el último rincón, todos estamos ob-ligados a desgastarnos por tu Reino. Al final, será el gozo pleno en una gran fiesta y un banquete que sacia la sed y hambre de amor. Tu Reino no está, Señor, donde rezamos mucho, sino donde queremos ser hermanos unos de otros.

SIN MIEDO A CREERTE

Lc 1, 26-38 Hoy quiero ser sincero conmigo mismo, Señor. La salvación que tú me ofreces se vive cuando abro mi corazón a la confianza plena en tu Palabra, que resuena siempre en mi interior. No puedo conformarme con creer en ti, sino que he de "creerte a ti". Saber que tu Palabra se cumple en mi vida debería de llenarme de paz y gozo. Para ti no hay imposibles, pero yo sí puedo hacer que sea imposible vivir tu salvación cuando me da miedo creerte. No puedo pretender escuchar tu Palabra sin comprometerme, sin incomodarme, sin cuestionarme, sin transformarme. Haz que se cumpla en mí lo que me has dicho desde siempre a través de tantas bendiciones. Dame valor para no acobardarme, y sensibiliza mi corazón a tu presencia, a tu voz. Ruega por nosotros Madre de Dios, y alcánzanos bendiciones de tu Hijo, nuestro Señor.

HACIENDO TU VOLUNTAD NO SERÉ VENCIDO

Mt 7, 21.24-27 Señor, hoy quiero ser consciente de mi participación en la edificación de tu Reino. El Cielo, al cual estoy llamado, es una realidad que puedo vivir ya, pero es necesario que te crea y que la busque desde mi interior para hacerla palpable. Tu voluntad, Señor, siempre va dirigida a la realización de mi felicidad. Conocer tu voluntad, desde el silencio, la oración, la escucha, el respeto, el conocimiento de mi persona y la comunión con mis hermanos, me asegura construir mi vida en roca firme, de tal modo que nada ni nadie pueda derrumbar mi deseo sincero de ser signo de tu amor. ¡Ya te espero Señor! Déjame escuchar tu voz. Ayúdame para que tu voluntad, cumplida en mi vida, sea mi gozo que transforme mi realidad y también la de los que me rodean.

SÁNAME Y ENSÉÑAME A COMPARTIR

Mt 15, 29-37 Este tiempo de adviento es tiempo de gracia y de sanación. No quiero desaprovechar la oportunidad que tengo para ser sanado. A ti acudo, Señor, con mi ceguera que me hace ser indiferente; con mi sordomudez que me incapacita para decir "te perdono" o "perdóname"; a ti vengo tullido, sin ganas de moverme para expresar tu amor con mi vida; aquí estoy lisiado, amputado de corazón, encerrado en mi enojo, orgullo y causando lástima a los demás porque soy incapaz de amarme a mí mismo. ¡Sáname Señor! Y, sabiéndome sano, enséñame a compartir el alimento que llena la vida de paz y reintegra la alegría de ser hijos tuyos y hermanos, unos de otros. ¡VEN SEÑOR JESUS¡

LLÉNAME DE JÚBILO EN EL ESPÍRITU...

Lc 10, 21-24 Hoy quiero convencerme Señor que tu anhelo es mi felicidad. Para lograrlo necesito de una fe viva, esperanza activa y un amor sin límite. Hoy quiero hacer de mi vida una expresión de la sencillez cristiana, para merecer ver tu rostro en la realidad que me acontece. Haré mi mejor esfuerzo para quitar de mi corazón la soberbia y el orgullo que me hacen insensible a tu presencia. Señor, da luz a mis ojos para darme cuenta que todo lo que promete tu Navidad está ya en mi corazón. Enséñame a ser signo de tu nacimiento y de salvación para mis hermanos. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

CON QUE DIGAS UNA SOLA PALABRA…

Mt 8, 5-11 En este adviento, Señor, me invitas a estar a la escucha de tu Palabra. Con tantos ruidos de la ciudad es complicado concentrarme para lograrlo, pero es aún más difícil contemplarte con los ruidos que traigo en mi interior. Ayúdame, Señor, a vaciarme de mis ruidos para que tu Palabra pueda retumbar en mi corazón, pueda transformarme y sanarme, dejándome bien dispuesto para vivir tu Nacimiento. Incrementa mi fe para que, al igual que aquél oficial romano, me baste una sola Palabra de tu boca para vivir tu salvación.

¡QUE NO ME DUERMA SEÑOR!

Mc 13, 33-37 Hoy comienza el tiempo de Adviento, tiempo de gracia y preparación. Es un tiempo para realizar ajustes en mi persona preparándome para que nazcas en mi corazón. No es lo mismo que hace un año. Este año tengo nuevas experiencias, alegrías, sufrimientos, gozos, miedos, logros. Tú, Señor, nacerás en mí de una manera muy actual, para mí, con todo lo nuevo que ha tocado mi vida. Es tan fácil quedarse dormido y caer en la monotonía de la espera a tu llegada. Sacar luces, árbol, adornos, planear cena y ya. Lo mismo. No quiero vivir esta Navidad desde lo externo sino desde mi interior. ¡Despiértame Señor! Da luz a mis ojos para aguardarte, desearte en mi vida, nacido en mi corazón al final de este adviento. Que no me gane el sueño que provoca indiferencia y mediocridad, perdiendo el gozo de tu nacimiento. ¡VEN SEÑOR JESÚS!

LIBERAR MI SER...

Lc 21, 34-36 “Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente...” Señor, me gustaría saberme preparado para vivir tu Reino. Hay días que verdaderamente lo siento, pero hay otros tantos en los que yo mismo me impido gozar de esa realidad de salvación.  Mis vicios me amarran a realidades de dependencias y de “gozos” pasajeros. Mi embriaguez de soberbia y orgullo me cierra a mis hermanos haciéndome nefasto y repugnante. Y mis preocupaciones  me entorpecen tanto provocando que pierda muchas oportunidades de gozar, ya desde este mundo, tu Reino de Paz, Amor y Liberación.  ¡Dame sabiduría y fortaleza para decidirme vivir atento, libre, sobrio y entero! para no desperdiciar mi vida, mi persona, mi familia, mis amigos y demás hermanos con quienes yo he de seguir construyendo realidades de salvación. 

ATENTO A LOS SIGNOS DEL REINO…

Lc 21, 29-33 Señor, ¿cuántas cosas han de pasar para que podamos vivir tu Reino? ¿Dónde están los signos que nos prometen la llegada del mismo? Sé interpretar los signos de la naturaleza pero no los de tu Reino. Mis ojos se nublan a esa realidad de salvación. Me fío y espero catástrofes, terremotos, desastres, para poder asegurar que tu Reino ha llegado, pero no busco los verdaderos signos que impregnan la realidad humana de tu divinidad. Ayúdame a descubrir en cada día de mi vida los signos de tu Reino: la paz y la justicia, el amor y la verdad, el perdón y la reconciliación, la tolerancia y la compasión, la solidaridad y el compartir. Ayúdame a no buscarlos mirando al cielo sino mirando dentro de mí, en mi corazón, para hacerlos vida con los demás y poder experimentar realmente lo que siempre has anhelado para nosotros desde la creación del mundo.

TENGO QUE DEJAR MIS REDES…

Mt 4, 18-22 Señor, todos los días me llamas. Tu Palabra resuena en mi interior y me regresa del sueño a continuar mi misión de predicar el Reino. Señor, sé muy bien que no es fácil seguirte. Tengo que convencerme que tu misión es también la mía, tu ideal el mío, tu anhelo el mío. Para seguirte tengo que dejar muchas redes que me atan de manos y me estorban, me entorpecen, me incapacitan para seguirte. Ayúdame Señor, a dejar mis redes de seguridad, de confort y de dependencias; dame valor para lanzar las redes que me envuelven en miedos y tristezas. Todo, Señor, para seguirte y compartir tu misión, calmando el hambre más honda que retuerce el estómago del mundo: hambre de amor*. * José María R. Olaizola, sj

NO ES FÁCIL SER CRISTIANO...

Lc 21, 12-19 Señor, en ocasiones caigo en la comodidad de ser un cristiano de nombre, de rezo, de cruz en cuello, de misas. Se me olvida que no sólo he de profesar mi fe, sino también vivirla y dejarla ver a los demás.  ¡Cuesta ser “Cristiano” de verdad! Cuesta el señalamiento, la burla, la crítica, el cansancio, el abandono. Y cuesta más cuando todas estas incomodidades vienen de la familia, hermanos, amigos.  Ayúdame, Señor, a mantenerme firme en los momentos en que tengo que defender los valores del Reino, en los momentos en los que, al parecer, nadie está de mi parte. Confío en que me darás paz en mi corazón, palabras sabias de convencimiento y un corazón compasivo y misericordioso para no desfallecer en esos momentos. 

EN UNA ESPERA SABIA…

Lc 21, 5-11 "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido" Señor, tú eres mi fortaleza, mi refugio, mi liberación y mi ayuda. Tú eres mi Dios. Ayúdame a no poner mi corazón en lo pasajero, en lo que no perdurará, en aquello que será destruido. Que mi verdadero sustento sea vivir en Ti, mi Señor. Lléname de Espíritu para ser sabio en mi caminar por este mundo y discernir tu presencia en mi camino. No dejes que la mentira me agobie y quite mi paz; mi corazón ha de mantenerse en pie sostenido siempre por tu amor.

ENSÉÑAME A DAR A CORAZÓN ABIERTO…

Lc 21, 1-4 Señor, sé que a ti no te gustan las limosnas anunciadas y orgullosas que sólo tranquilizan conciencias. Concédeme tu sabiduría para saber dar lo que realmente significa vida: amor, perdón, verdad, paz, solidaridad, compasión, escucha, aliento, cercanía y presencia. Esto nunca me sobra, siempre lo busco y te lo pido para Vivir de verdad. Enséñame a dar, Señor, no monedas que tranquilizan mi conciencia, sino la misma Vida que abre el corazón a la fraternidad.

HAZ QUE VIVAMOS EN TU REINO...

Hoy es la solemnidad de Cristo, Rey del Universo.  Quiero recordar hoy, Señor, que he sido creado para vivir en tu Reino y para construirlo día a día entre los que me rodean.  No puedo cerrar mis ojos, mis oídos ni, mucho menos, mi corazón. Necesito estar abierto a la experiencia de mis hermanos para vivir tu Reino.  Ayúdame a alimentar a los demás con mi vida, a saciar la sed de cariño, a vestir a mi hermano con mis abrazos, a visitar el corazón herido, a hospedar a todos en mi corazón. Así, sólo así, te puedo vivir como mi Rey y Señor.

ERES UN DIOS DE VIVOS...

Luc 20, 27-40. Señor, hoy quiero convencerme aún más que tú eres el Dios de Vida y de Vivos.  Quiero ser sincero conmigo al revisar mi historia y encontrar que está impregnada de ti. ¡Cuán tan responsable soy de vivir Vida y no muerte!  Si tú, Señor, eres Dios de Vivos, ¿me dejo impregnar por esa Vida que tú me regalas siempre o permito que mis decisiones, sentimientos y acciones impregnen mi historia de muerte? ¡Ayúdame, Señor, a vivir Vida de verdad!

PARA VIVIR EN TU TEMPLO…

Lc 19, 45-48 Señor, pocas veces me doy cuenta las maravillas que haces conmigo. Paso mi vida con prisas y preocupaciones y desearía tan sólo un momento para ir al templo a estar contigo. ¿Pero no es mi cuerpo también un templo en el que habita tu Santo Espíritu? Enséñame a entrar en este templo tuyo que es mi propio ser, para escucharte y hablar contigo en el silencio y la intimidad. Y no permitas que sea usurpado por aquellos sentimientos que me venden una paz falsa; dame sabiduría y celo para no venderme a lo que no me hace vivir tu Salvación.

CONDÚCEME A LA PAZ

Lc, 19, 41-44: Señor, mi vida está llena de mucho ruido, de preocupaciones, de inseguridades, de enojos, de egoísmo. Todo lo voy cargando en mi corazón sin darme cuenta del mal que me hago. Aún no comprendo la invitación que me haces cada día cuando abro mis ojos al despertar. Podré tener miles de problemas y tristezas muy grandes, pero si me despertara con tu voz en mi corazón y el deseo de permanecer en ti, comenzaría a comprender lo que tu Paz puede hacer en mi vida. Abre mi mente y mi corazón para no desperdiciar la Paz que me das todos los días a través de los acontecimientos que vivo, a través de los hermanos con quienes convivo, a través de realidades llenas de amor, de esperanza y de fe.

SER PRUDENTES para gozar del Cielo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ¨¡ Que llega el esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámpa-ras." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. ...

"ESTAD EN VELA, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor"

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejarla abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Este pasaje del Ev de Mateo (24,42-51) nos recuerda nuestro q...