Ir al contenido principal

TENGO QUE DEJAR MIS REDES…



Mt 4, 18-22
Señor, todos los días me llamas. Tu Palabra resuena en mi interior y me regresa del sueño a continuar mi misión de predicar el Reino.

Señor, sé muy bien que no es fácil seguirte. Tengo que convencerme que tu misión es también la mía, tu ideal el mío, tu anhelo el mío. Para seguirte tengo que dejar muchas redes que me atan de manos y me estorban, me entorpecen, me incapacitan para seguirte.

Ayúdame Señor, a dejar mis redes de seguridad, de confort y de dependencias; dame valor para lanzar las redes que me envuelven en miedos y tristezas. Todo, Señor, para seguirte y compartir tu misión, calmando el hambre más honda que retuerce el estómago del mundo: hambre de amor*.





* José María R. Olaizola, sj

Comentarios

  1. Amén señor, todos debemos estar atentos a tu llamado y como alguien algún día me dijo, "escucha al mensajero", no entendí hasta que mi hija menor un día me dijo papá quiero ir más a misa. Ahí entendí.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por compartir Dany!!!!

      Eliminar
    2. Muchas veces me siento enmarañado entre las redes de la cotidianidad. De lo que sientes que no te deja avanzar. Del desánimo, de la depresión social viendo la injusticia imperar... Se necesita mucha fuerza y coraje para aventar las redes y atraer el alimento que se comparte. Volver a sentir la alegría de pescar para todos...

      Eliminar
    3. Genial Gus!!!! Me gustó mucho... Que así sea!!!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

YA NO TE ODIO HERMANO

Primera carta del apóstol san Juan 3, 11-21 Señor, mi conciencia muchas veces me reclama la incoherencia en la que vivo y la mentira en la que me convierto cuando digo amar a mi hermano y no lo demuestro con mis acciones. Amar va más allá de expresar palabras bellas y deseos hermosos. Amar implica romperse uno mismo para dejar que, de verdad, el otro habite en mi corazón. Sólo en la verdad se puede amar. El odio me convierte en cómplice de muerte y homicida. Te pido, Señor, me enseñes a amar. Pongo mi corazón en tus manos para que me sanes del odio y así, sin el reclamo de mi conciencia, pueda gozar de vivir la confianza puesta en ti.

VASIJAS DE BARRO Y CÁLICES DE AMOR

CRISTIANOS HUMILDES Y MOVIDOS POR EL ESPÍRITU 2 Corintios 4, 7-15 Mateo 20, 20-28 Cuando predico no dejo de insistir en la misión que tenemos como Iglesia. No es misión reservada para los consagrados sino que se abre y dirige a todo aquel que se dice ser "cristiano". No es misión de caricatura sino de convicción y acción. ¿A qué misión me refiero? A la misma de nuestro Maestro, Jesús de Nazaret: predicar el Reino de Dios, Reino de amor, de perdón, de reconciliación, de solidaridad, de alegría y salvación. Reino en el que todos somos hermanos y vemos unos por otros. ¿Fácil? Nunca lo ha sido. Por eso siempre consideremos el barro del que estamos hechos. Meditemos desde la humildad lo que la Gracias nos permite lograr cuando la dejamos actuar en nosotros. Somos imperfectos y lo que es perfecto es lo que llevamos dentro y nos mueve a ser signos del Reino de Dios, signos del Amor. Fray Pedro

UNA RELIGIÓN MEDIOCRE

Del Evangelio según san Marcos 2, 23-28 Señor, si lograra entender la dinámica del amor a la que tú me invitas, estoy seguro que podría gozar de una alegría más constante y verdadera. Pero no alcanzo a ser consciente de esa realidad que pones al alcance de mi mano y corazón. Me gusta ostentar que te conozco, que conozco tus leyes y que las cumplo, pero mi expresión a mis hermanos dice todo lo contrario. Creo, Señor, que profeso una fe a medias, que soy un cristiano a medias, que vivo una religión a medias, porque prefiero fijar mi mirada al cielo cuando hay quienes ruegan que me agache de mi orgullo y soberbia para escucharlos y ayudarlos, para darles credibilidad, compasión y un poco de ti. No quiero ser un cristiano a medias. ¡Quítame, Señor, la mediocridad! y ayúdame a vivir lo que creo, lo que profeso y lo que digo conocer de ti.