Lc, 19, 41-44:
Señor, mi vida está llena de mucho ruido, de preocupaciones, de inseguridades, de enojos, de egoísmo. Todo lo voy cargando en mi corazón sin darme cuenta del mal que me hago.
Aún no comprendo la invitación que me haces cada día cuando abro mis ojos al despertar. Podré tener miles de problemas y tristezas muy grandes, pero si me despertara con tu voz en mi corazón y el deseo de permanecer en ti, comenzaría a comprender lo que tu Paz puede hacer en mi vida.
Abre mi mente y mi corazón para no desperdiciar la Paz que me das todos los días a través de los acontecimientos que vivo, a través de los hermanos con quienes convivo, a través de realidades llenas de amor, de esperanza y de fe.
Señor, mi vida está llena de mucho ruido, de preocupaciones, de inseguridades, de enojos, de egoísmo. Todo lo voy cargando en mi corazón sin darme cuenta del mal que me hago.
Aún no comprendo la invitación que me haces cada día cuando abro mis ojos al despertar. Podré tener miles de problemas y tristezas muy grandes, pero si me despertara con tu voz en mi corazón y el deseo de permanecer en ti, comenzaría a comprender lo que tu Paz puede hacer en mi vida.
Abre mi mente y mi corazón para no desperdiciar la Paz que me das todos los días a través de los acontecimientos que vivo, a través de los hermanos con quienes convivo, a través de realidades llenas de amor, de esperanza y de fe.
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