Este tiempo de adviento es tiempo de gracia y de sanación. No quiero desaprovechar la oportunidad que tengo para ser sanado.
A ti acudo, Señor, con mi ceguera que me hace ser indiferente; con mi sordomudez que me incapacita para decir "te perdono" o "perdóname"; a ti vengo tullido, sin ganas de moverme para expresar tu amor con mi vida; aquí estoy lisiado, amputado de corazón, encerrado en mi enojo, orgullo y causando lástima a los demás porque soy incapaz de amarme a mí mismo.
¡Sáname Señor! Y, sabiéndome sano, enséñame a compartir el alimento que llena la vida de paz y reintegra la alegría de ser hijos tuyos y hermanos, unos de otros.
¡VEN SEÑOR JESUS¡
Comentarios
Publicar un comentario