Nunca es tarde para volver a convencerme de que el Cielo no te lo puedo exigir porque ya lo has sembrado en mi corazón. El problema de no experimentarlo es mi necedad que me impide vivirlo con libertad. Cuando creo haber crecido en la fe y en el amor me doy cuenta que tengo todavía camino por recorrer.
Mi comportamiento, muchas veces, evidencia mi pequeñez en la fe. Yo mismo me impido vivir el Cielo cuando divido, cuando critico, cuando rechazo, cuando no quiero perdonar, cuando me siento superior a los demás. Cuando mi forma de vivir no va acorde con tu forma de ser, Señor.
No puedo presumir de madurez cristiana si no reflejo, con mi vida, tu bondad, tu perdón, tu Amor. Sólo creciendo en ti, para reflejarte a Ti, seré lo suficientemente maduro para vivir el Cielo poniéndolo al alcance de quienes me rodean.
Fray Pedro
Refleja mucho de ti está reflexión. Espero en tu corazón siempre esté ese fuego de fe.
ResponderEliminar