Como en una pizca de sal, Señor, has pensado nuestras vidas. Desde que nos anhelaste has puesto en nuestro corazón una hermosa semilla de sabor a Ti para ponerlo como ingrediente a las realidades en donde vivimos y crecemos, y para que juntos podamos probar pedacitos de Cielo que nos hagan felices desde ahora.
Sin embargo, crecemos y la vida va cambiando nuestros corazones. Las cosas son más difíciles y ese sabor a Cielo se nos olvida. Inmersos en las complejidades de nuestras historias nos empalagamos de orgullo, de seguridades ficticias, de carcajadas vacías, de incompasiones que matan.
Ayúdanos, Señor, a recuperar ese sabor a Cielo y compartirlo con los demás sin importar lo difícil que se vea poder lograrlo. Aunque sepa a pobreza, pero que sea para no esclavizarnos a nada; aunque sepa a hambre, pero de una justicia que brillará en el amor; aunque sepa a lágrimas, pero con una esperanza firme y una fe que nos haga compasivos; aunque sepa a odio, exclusión, insultos y desprecios, pero sin perderte a Ti como nuestro consuelo seguro. Sólo así viviremos felices dando sabor al mundo, dando sabor de Ti.
Fray Pedro
Comentarios
Publicar un comentario