Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2018

ME LLAMAS SIENDO IMPERFECTO

Evangelio según san Mateo 9, 9-13 ¿Cuál es tu lógica, Señor? Te hiciste rodear de gente imperfecta que se convirtieron en tus amigos después de experimentar la verdadera amistad contigo. Y aún así te abandonaron, llenos de miedo no querían ver a nadie, aterrados de ser señalados te negaron. ¿Cuál es tu lógica, Señor? que después de todo esto los buscaste y les diste lo que más necesitaban: "Tu Paz". La historia se repite en cada uno de nosotros. Nos has llamado, no porque seamos perfectos, sino por Tú nos has elegido. Te hemos abandonado, hemos huido, te hemos negado y nos hemos dejado embargar por el miedo y la desesperanza, y por encima de todas nuestras imperfecciones sigues ahí, frente a nosotros, diciéndonos: Ten Paz, aquí sigo contigo, te necesito, sígueme . Que tu Paz, Señor, me transforme día a día, como transformó a tus discípulos, para seguirte y no dejar de insistir en tu proyecto, que es el mío también: predicar y hacer vivir Salvación. Que mis er...

AMOR DESDE MI PECADO

Evangelio según san Lucas 7, 36-50 Si no tuviera fe en ti, Señor, y no confiara en tu gran misericordia estaría hundido en mis culpas y miedos. Nadie es perfecto frente a ti y yo también reconozco mi pecado, aquél en el que decidí vivir alejándome de ti, el que provocó heridas a quienes menos quería lastimar, el que trajo a mí un vacío y un sinsentido aterrador. Desde ese pecado Tú me levantaste, Señor, me amaste y sanaste la herida que yo provoqué en mí mismo. Me llenaste tanto de Ti que al recordar aquel error me mueve ya no a culparme sino a amar más. Enséñame a transpirar el perfume de tu perdón, con el que Tú ungiste y sanaste mi corazón. Déjame ser ahora yo quien unja a mi hermano, al que más lo necesita para que, experimentando juntos tu misericordia, dejemos de ver nuestro pecado como sentencia de muerte convirtiéndolo, con el arrepentimiento, en oportunidad de vida en la compasión, la humildad y el amor. Fray Pedro

¡BUSQUEN EL AMOR!

1 Cor 12, 31 - 13, 13 Señor, hay días que pasan llenos de ocupaciones y preocupaciones, de compromisos, de distracciones y hasta de ocio; todo esto hace que olvide muchas cosas realmente valiosas e importantes. Hoy me pregunto cuánto he descuidado el Amor. ¿Acaso es mi propósito diario el buscarlo y vivirlo? ¿Será que me empeño en expresarlo y hacerlo vivir a los demás? ¿Lo persigo y lo antepongo a todo? Tengo que superar esos sentimientos que ahogan el deseo de amar. Te pido, Señor, que me ayudes a fijar mi meta en el Amor. Quiero abrazarme a Ti, Tú que eres el Amor, para que mi corazón se nutra siempre de esta fuente hermosa e interminable. No quiero tener miedo, quiero vencer mis culpas, tengo que superar mis dudas, deseo vivir en la verdad y gozar de libertad, todo para que mi corazón se abra más fácilmente a esa experiencia de Amor. Dame tu bendición para ser sacramento de tu Amor y que mi vida sea una expresión de lo que Tú deseas para mí y para mis herm...

DIVERSIDAD, UNIDAD Y COMPASIÓN

1 Cor 12, 12-14. 27-31 ¡Cuántos son nuestros esfuerzos para relacionarnos contigo, Señor! Pocos o muchos, ellos van marcando nuestro camino en la fe, en la esperanza y en la caridad. Hay algunos que dan pasos muy significativos y abren sus ojos a la realidad que Tú anhelas para nosotros. Otros tantos nos demoramos un poco más, en ocasiones incluso retrocedemos, pero no nos gana el desánimo. Lo que quiero que mi corazón entienda hoy es que para llegar hasta Ti has enriquecido mi vida con hermanos, todos ellos diferentes, con historias peculiares, en las que Tú te has manifestado de una u otra manera para que te puedan experimentar. A pesar de la diversidad en historias y experiencias, nos une ese anhelo que nace en tu Corazón: hacer y ser común-unión (comunión), ayudarnos unos a otros, cuidarnos unos a otros, sanarnos unos a otros, darnos consejos unos a otros, perdonarnos unos a otros, enseñarnos unos a otros y guiarnos unos a otros hacia ti con un paso firme y seguro....

¿CON EL CORAZÓN O CON MI PROYECCIÓN?

Evangelio según san Lucas 6, 39-42 Es difícil que dejemos de ver los errores en los demás. Es aún más difícil ocuparnos de descubrir nuestros errores. Optamos por lo más sencillo, criticando a los hermanos, para no vernos envueltos en conflictos con nuestras propias faltas. Basta abrir la boca para lastimar con nuestro juicio y dejar ver que no son más que mis propias proyecciones las que me llevan a ser tan mordaz en mis sentencias. "Lo que me choca me checa". Y pasa seguido que cuando algo me causa conflicto en mi persona lo rechazo, aún con más repulsión, en los demás. ¿Qué clase de discípulo soy? ¿A quién quiero engañar? Hoy quiero pedirte, Señor, que me cierres la boca y que me des valor para reconocer mis errores, mis conflictos, mis hipocresías, mis incoherencias. Ayúdame a trabajar mi persona para que cuando quiera hablar de un hermano, lo haga con mis conflictos resueltos y mi corazón en la mano, de tal manera que mi crítica sea siempre para construi...

TEN CUIDADO CON LO QUE DICES SABER

1 Cor 8, 1-7.11-13 Una de las expresiones de la compasión es el cuidado del otro, y ponerse en los zapatos del hermano requiere de humildad y amor. A veces nos gana el deseo de presumir un conocimiento que los demás no tienen. ¡Qué pena es considerarse conocedor y no ser compasivo! Vivimos en una constante competencia que nos hace cuidarnos unos de otros y valorarnos por lo que sabemos y no por lo que somos y amamos. Nos volvemos engreídos y dejamos de construir ambientes de verdadera fraternidad engañándonos con un conocimiento que no está al servicio de los demás sino de la sed y del hambre que tengo de aceptación, autoridad y mención. Ayúdame, Señor, a construir con el amor y a no destruir con mi conocimiento. Enséñame a entregarme al servicio de los demás con todo lo que Tú me concedes día a día y ser un verdadero testimonio de tu presencia en la historia de mis hermanos. Fray Pedro.

¿A QUÉ SABE EL CIELO?

Evangelio según san Lucas 6, 20-26 Como en una pizca de sal, Señor, has pensado nuestras vidas. Desde que nos anhelaste has puesto en nuestro corazón una hermosa semilla de sabor a Ti para ponerlo como ingrediente a las realidades en donde vivimos y crecemos, y para que juntos podamos probar pedacitos de Cielo que nos hagan felices desde ahora. Sin embargo, crecemos y la vida va cambiando nuestros corazones. Las cosas son más difíciles y ese sabor a Cielo se nos olvida. Inmersos en las complejidades de nuestras historias nos empalagamos de orgullo, de seguridades ficticias, de carcajadas vacías, de incompasiones que matan. Ayúdanos, Señor, a recuperar ese sabor a Cielo y compartirlo con los demás sin importar lo difícil que se vea poder lograrlo. Aunque sepa a pobreza, pero que sea para no esclavizarnos a nada; aunque sepa a hambre, pero de una justicia que brillará en el amor; aunque sepa a lágrimas, pero con una esperanza firme y una fe que nos haga compasivos; aunqu...

SIN PLEITOS ENTRE NOSOTROS

1 Cor 6, 1-11 Somos necios cuando nuestro corazón no logra acoger tu Palabra para hacerla vida. No son pocas las veces que preferimos imponernos y hacer valer nuestra supuesta "autoridad". Nos gusta pelear y lastimarnos entre nosotros mismos, poner en evidencia a los demás y juzgarlos desde nuestras proyecciones, frustraciones, traumas y miedos. Así no se puede ser cristiano. ¿No hemos recibido, acaso, la misericordia de Dios? ¿No hemos sido juzgados con amor por Aquel que es Amor? ¿Por qué, entonces, nos cuesta hacerlo con nuestros hermanos? Decimos amar tanto a la Iglesia y la seguimos lastimando en los más pobres, indefensos y faltos de misericordia y perdón. Que nuestras oraciones nos ayuden a darnos cuenta de lo que fuimos o hicimos, y con ello nos de pena la manera en cómo tratamos a nuestros hermanos. Que sea la misericordia, la verdadera fraternidad y el amor al hermano lo que nos mueva para ser comunidad verdaderamente cristiana. Fray Pedro

JUZGADOS EN EL AMOR

1 Cor 4, 1-5 ¡Cuánto es el miedo de ser juzgados por Dios! Se nos olvida que en cuestiones de juicio hay un gran abismo entre la forma de pensar del ser humano y la manera de ser de Dios. Nos da miedo el juicio de Dios porque nosotros sí juzgamos y lo hacemos sin misericordia, sin amor. El hombre se llena de odio, de rencor, de orgullo y soberbia y le cuesta ser misericordioso en su juicio con su hermano. ¡Cuán lejos estamos, Señor, de tu dinámica! Si pudiéramos convencernos de que tu juicio será con amor y en base al amor, nuestras sentencias serían menores. Eres el Juez justo de un tribunal del perdón donde das más importancia al amor que damos y vivimos que al error que cometemos.  Todo saldrá a la luz, lo dejarás al descubierto, incluyendo nuestro esfuerzo para ser fieles a ti, reflejado en el perdón que dimos, en la compasión que mostramos, en la solidaridad que regalamos. Aunque haya sido muy poco, aunque casi sea imperceptible, tú lo pondrás a favor nues...

TU LÓGICA ME ASOMBRA

Evangelio según san Lucas 5, 1-11 Relacionarme contigo, Señor, es luchar contra mí mismo. Siempre quiero que las cosas sean como yo las pienso, como yo las quiero. Me creo sabio y conocedor de todo, me creo dueño de mí mismo y resulta que siempre Tú eres el de la última Palabra, la cual me sorprende, me inquieta, me libera, me cuestiona y asombra. Tu lógica no es la mía, Señor. Tus tiempos son tan diferentes a los que yo organizo en mi agenda; los tuyos no se rigen por el reloj sino por el amor y la salvación, y son escritos en mi corazón. Reconozco que cuando me arriesgo a escucharte, cuando vuelvo a intentar, cuando me adentro a mis miedos y realidades desesperanzadoras, es cuando rompes una coraza más que me impedía entregarme a ti. El asombro amoroso es siempre con lo que quedo, cuando tengo fe; cuando no la tengo, sólo queda el sinsentido, el miedo y la muerte.

EL CIELO NO ES PARA INMADUROS

Primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 3, 1-9 Nunca es tarde para volver a convencerme de que el Cielo no te lo puedo exigir porque ya lo has sembrado en mi corazón. El problema de no experimentarlo es mi necedad que me impide vivirlo con libertad. Cuando creo haber crecido en la fe y en el amor me doy cuenta que tengo todavía camino por recorrer.  Mi comportamiento, muchas veces, evidencia mi pequeñez en la fe. Yo mismo me impido vivir el Cielo cuando divido, cuando critico, cuando rechazo, cuando no quiero perdonar, cuando me siento superior a los demás. Cuando mi forma de vivir no va acorde con tu forma de ser, Señor. No puedo presumir de madurez cristiana si no reflejo, con mi vida, tu bondad, tu perdón, tu Amor. Sólo creciendo en ti, para reflejarte a Ti, seré lo suficientemente maduro para vivir el Cielo poniéndolo al alcance de quienes me rodean. Fray Pedro

¿QUÉ MENSAJE DEBO PREDICAR, SEÑOR?

Lecturas del día Para ser cristiano comprometido no necesito tomar cursos de retórica con el fin de persuadir a los demás. Me lleno de palabras la boca, muchas de ellas sin entender, para predicarte, Señor,  y mi corazón sigue vacío de ti. Me canso de corregir, de juzgar y criticar a quienes hablan con humildad de su experiencia de encuentro contigo y yo sigo sin entender que para predicarte no es indispensable hablar de ti sino vivir como tú. Esa Palabra tuya que tenía poder para arrojar demonios ha de ser el conjunto de mis acciones de amor para arrojar tristezas, culpas y miedos fuera del corazón del que sufre. Sólo tu Espíritu me da la sabiduría para lograrlo. El mensaje que debo predicar es el de mi vida llena de ti, no tanto para persuadir sino para que mis hermanos se convenzan por sí mismos a buscarte, conocerte, escucharte y ser como Tú en el amor, el perdón y la compasión. Fray Pedro

¿CÓMO PREDICARTE, SEÑOR?

1 Cor 2, 1-5 La misión de todo bautizado es ser predicador del Reino de Dios y nadie puede excluirse de dicho compromiso. Pero no siempre sabemos hacerlo de manera correcta. Pensamos que es necesario leer muchos libros, aprender citas bíblicas de memoria, estudiar otros idiomas. Muchos creen que es necesario ser monja, sacerdote o religioso para lograr hacerlo.  En verdad, lo único que necesitamos es dejarnos mover por tu Espíritu. Todo lo anterior nos sirve pero sin el Espíritu nada lograremos. Y para sentir tu poder, Señor, es necesario ser humildes, aceptar que somos de barro y nos rompemos, que lo maravilloso está dentro de nosotros y Tú nos lo das para lograr construir tu Reino. Perdóname, Señor, porque muchas de mis predicaciones estuvieron vacías de tu Espíritu. Y ayúdame para corregir mis errores, pedir perdón a quienes he ofendido, orar por quien sufre a causa de mis incoherencias y a dejarme impregnar por tu poder que sana, me hace sabio, sagaz y prude...