Evangelio según san Mateo (25, 1-13) Señor, la vida me lleva tan aprisa que muchas veces descuido la Luz que llevo dentro. Mis problemas, mis miedos, mis preocupaciones, mis culpas y mentiras van sofocando la llama de tu presencia en mi interior. Sólo yo soy responsable de esa llama, sólo yo sé cuán fuerte o débil está, sólo yo puedo cuidarla y sólo yo seré responsable de dejarla apagar quedando en la oscuridad de la desesperación, de la culpa y del sinsentido. Quítame la necedad, Señor, y dame sensatez para cuidar de esa Luz. Que mi oración y mis encuentros contigo en el silencio la alimenten para que nunca se apague, ni en los momentos más difíciles, de tal manera que la alegría de saberme iluminado por ti me llene de fuerza para seguir adelante en la predicación del Cielo. Fray Pedro