Hoy quiero cambiar mi actitud de oración. No quiero orar para que me escuches sino para que yo pueda escucharte, de tal manera que me anime a decirte: ¡aquí estoy!
Estoy seguro que si escucho tu voz en mi corazón podré conocer el deseo que tienes para mí y reiteraré mi vocación a seguirte, en cualquier estado de vida al que me has llamado: como religioso, como casado, como soltero, como profesionista. Sólo así gozaré de vivir tu salvación y hacerla vivir a mis hermanos.
¡Habla, Señor, que tu siervo te escucha!
Comentarios
Publicar un comentario