Evangelio según san Marcos 3, 31-35
Señor, nos llamas a seguir construyendo el Reino que tú predicaste y para lograrlo no dejas de insistirnos en aprender a escuchar al Padre para conocer su voluntad.
Hoy quiero proponerme imitarte en tu oración, buscar al Padre en mi silencio, mi corazón, mis pesares y alegrías, con el sólo fin de escucharlo y saber dirigir mi vida en la entrega por su Reino.
Sé que no estoy solo, tú estás conmigo y todos aquellos quienes están atentos a tu voz. Con ellos habremos de conformar la familia universal que se une, no necesariamente con sangre, sino con el deseo de vivir la Salvación que tú nos has regalado ya.
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