Primer Carta del apóstol san Juan 2, 29 - 3, 6
Hoy siento tu Espíritu en mi corazón que no deja de invitarme a ser santo, y serlo no es una postura ni una negociación de favores de fe; tampoco lo es una apariencia de rezos y golpes de pecho.
Se necesita de una esperanza activa para lograr la santidad, de una fe inquebrantable y de mucho amor, que me abra el corazón a tal grado que mi vida sea reflejo de lo que tú predicaste, Señor. ¿Complicado? lo es y mucho, pero no imposible.
Pongo en tus manos mi pecado, el que no me deja ser santo como tú, el que me esclaviza y no me deja ser libre, el que no deja tranquila mi conciencia, el que le quita la paz a los que me rodean y a mí mismo, el que apaga vidas inocentes, el que se sacia de rencor, odio y envidia. Tómalo, Señor, y ayúdame a vencerlo. Tómalo, Señor, y ayúdame a permanecer en ti.
Comentarios
Publicar un comentario