Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de enero, 2018

¿DE QUÉ TIERRA ESTOY HECHO?

Evangelio según san Marcos 4, 1-20 Reconozco, Señor, tu generosidad que se traduce en bendiciones para mi vida día con día. Tú no te fijas en mi condición, debilidad, fragilidad e indiferencia, sino que confías en mí y me llenas de tu amor y de tu presencia, así como el sembrador que, aunque sabía que lanzaba semillas donde no habría fruto, lleno de esperanza esparcía su deseo de ver vida por doquier. Y si de tierra hablamos, hoy quiero ser sincero conmigo mismo y ver la tierra de la que estoy hecho. ¿Qué tierra tiene mi corazón? Es un verdadero ejercicio de humildad aceptar mi lodo, mi tierra, mi barro. Sé que a diario lanzas la semilla de tu Palabra a mi tierra con la esperanza de que dé fruto. Tú me conoces perfectamente y aún así no dejas de bendecirme con tu Palabra. ¡Cuánta semilla tuya he desperdiciado y dejado morir, todo por mis miedos, cobardías, egocentrismo y mediocridad! Ayúdame a quitar tantas piedras y espinas que ahogan tu Palabra; enséñame a regar con tu Amor ...

FAMILIA UNIVERSAL

Evangelio según san Marcos 3, 31-35 Señor, nos llamas a seguir construyendo el Reino que tú predicaste y para lograrlo no dejas de insistirnos en aprender a escuchar al Padre para conocer su voluntad. Hoy quiero proponerme imitarte en tu oración, buscar al Padre en mi silencio, mi corazón, mis pesares y alegrías, con el sólo fin de escucharlo y saber dirigir mi vida en la entrega por su Reino. Sé que no estoy solo, tú estás conmigo y todos aquellos quienes están atentos a tu voz. Con ellos habremos de conformar la familia universal que se une, no necesariamente con sangre, sino con el deseo de vivir la Salvación que tú nos has regalado ya.

¡QUÉ INCÓMODO ES PREDICARTE!

Evangelio según San Marcos 3,20-21 Cuando te predico, Señor, tengo el riesgo de hacerlo sólo con palabras bonitas. Creo que para predicarte tengo que revisar mi vida y mi proceder.  Predicarte es ser y vivir como tú lo hiciste, no hay vuelta de hoja. Claro, es difícil salir de mis seguridades y comodidades; muchas veces prefiero quedarme con el mínimo esfuerzo y liberarme de problemas con los demás.  Hoy quiero preguntarme si quiero realmente ser tu discípulo. Si las incomodidades no me importan te seguiré, de lo contrario seguiré siendo cristiano de buena intension y cuestionable acción. 

UNA RELIGIÓN MEDIOCRE

Del Evangelio según san Marcos 2, 23-28 Señor, si lograra entender la dinámica del amor a la que tú me invitas, estoy seguro que podría gozar de una alegría más constante y verdadera. Pero no alcanzo a ser consciente de esa realidad que pones al alcance de mi mano y corazón. Me gusta ostentar que te conozco, que conozco tus leyes y que las cumplo, pero mi expresión a mis hermanos dice todo lo contrario. Creo, Señor, que profeso una fe a medias, que soy un cristiano a medias, que vivo una religión a medias, porque prefiero fijar mi mirada al cielo cuando hay quienes ruegan que me agache de mi orgullo y soberbia para escucharlos y ayudarlos, para darles credibilidad, compasión y un poco de ti. No quiero ser un cristiano a medias. ¡Quítame, Señor, la mediocridad! y ayúdame a vivir lo que creo, lo que profeso y lo que digo conocer de ti.

HOY NO QUIERO QUE ME ESCUCHES

Señor, me inquieto mucho cuando siento que mi oración no recibe respuesta tuya. Ansío que me escuches y me ayudes en tantas cosas. A veces no entiendo tu silencio.  Hoy quiero cambiar mi actitud de oración. No quiero orar para que me escuches sino para que yo pueda escucharte, de tal manera que me anime a decirte: ¡aquí estoy! Estoy seguro que si escucho tu voz en mi corazón podré conocer el deseo que tienes para mí y reiteraré mi vocación a seguirte, en cualquier estado de vida al que me has llamado: como religioso, como casado, como soltero, como profesionista. Sólo así gozaré de vivir tu salvación y hacerla vivir a mis hermanos.  ¡Habla, Señor, que tu siervo te escucha!

SI TENGO MIEDO, NO SANARÉ

Evangelio según san Marcos 1, 40-45 Señor, creo firmemente que, a diario, derramas sobre mí infinidad de bendiciones y sanas con tu Espíritu mi corazón. También creo que yo soy quien pone barreras para que tú me toques y sanes mi vida de lepras que no me dejan ser feliz. Tengo miedo a lo que dirán de mí, tengo miedo a no ser perdonado por ti, tengo miedo a que mi vida no tenga solución, tengo miedo a mis propios pecados, tengo miedo a ser lastimado aún más. Hoy quiero vencer mis miedos, Señor. Quiero levantar mi mirada hacia ti y decirte desde el corazón: "Si tú quieres, puedes curarme", sabiendo que tú me tocarás y me dirás: "¡Sí quiero: sana!".

ACALLA MIS DEMONIOS Y SÁCALOS DE MÍ

Evangelio según san Marcos 1, 21-28 Señor, estoy convencido que tu Reino se puede vivir desde aquí y ahora. El Cielo no debería considerarlo el 'premio' que recibiré por portarme bien, sino la realidad que puedo proveer desde mi más sincero anhelo a ser feliz y hacer felices a los demás; anhelo que tú has puesto en mi corazón, Señor, y realidad que será plena cuando esté en tu presencia. Cuánto me pesa darme cuenta que yo mismo me quito la posibilidad de gozar de ese Cielo. Cuánto me apena saberme responsable de arrebatárselo a muchos de mis hermanos. Es mi envidia, mi orgullo, mi soberbia, mi odio, mi egocentrismo, el miedo, la indiferencia, demonios que tengo que vencer en mí pues son los que me privan de gozar tu Reino. No basta hacerme presente en tu templo, no basta teoría y conocimiento, no bastan rezos y ritualismo, necesito tu voz que grite en mi interior: ¡Cállate y sal de él! para que pueda vencer esos demonios y deje de arruinarme la vida y deje de arruinárs...

YA NO TE ODIO HERMANO

Primera carta del apóstol san Juan 3, 11-21 Señor, mi conciencia muchas veces me reclama la incoherencia en la que vivo y la mentira en la que me convierto cuando digo amar a mi hermano y no lo demuestro con mis acciones. Amar va más allá de expresar palabras bellas y deseos hermosos. Amar implica romperse uno mismo para dejar que, de verdad, el otro habite en mi corazón. Sólo en la verdad se puede amar. El odio me convierte en cómplice de muerte y homicida. Te pido, Señor, me enseñes a amar. Pongo mi corazón en tus manos para que me sanes del odio y así, sin el reclamo de mi conciencia, pueda gozar de vivir la confianza puesta en ti.

AYÚDAME A PERMANECER EN TI

Primer Carta del apóstol san Juan 2, 29 - 3, 6 Hoy siento tu Espíritu en mi corazón que no deja de invitarme a ser santo, y serlo no es una postura ni una negociación de favores de fe; tampoco lo es una apariencia de rezos y golpes de pecho. Se necesita de una esperanza activa para lograr la santidad, de una fe inquebrantable y de mucho amor, que me abra el corazón a tal grado que mi vida sea reflejo de lo que tú predicaste, Señor. ¿Complicado? lo es y mucho, pero no imposible. Pongo en tus manos mi pecado, el que no me deja ser santo como tú, el que me esclaviza y no me deja ser libre, el que no deja tranquila mi conciencia, el que le quita la paz a los que me rodean y a mí mismo, el que apaga vidas inocentes, el que se sacia de rencor, odio y envidia. Tómalo, Señor, y ayúdame a vencerlo. Tómalo, Señor, y ayúdame a permanecer en ti.

DESDE TU SAGRARIO, SEÑOR

Lucas 2, 16-21 Hoy comienzo un año nuevo. Experiencias nuevas vendrán y quiero vivirlas con fe, esperanza y amor. Hoy me tomo de la mano de tu Madre, que también es mi Madre, para comenzar convencido que tú estás presente en mi historia, en mi vida. Quiero reconocer en María el Sagrario donde dignificaste la naturaleza humana: su vientre. Pero quiero, también, pedirle a Ella que me enseñe a buscarte en su Corazón, ahí donde guardaba todo cuanto vivió en esta experiencia de un Sí de Amor y Salvación. Ahí estás, Señor, en el Corazón de esta gran Mujer. Y desde ahí quiero darte mi Sí, acompañado y protegido por ella. Enséñame tú, Jesús, a amarla como a mi Madre, pues hijo no es sólo aquel que abre y atraviesa el cuerpo, también lo es aquel que abre y atraviesa el corazón.