Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2017

TENGO QUE DEJAR MIS REDES…

Mt 4, 18-22 Señor, todos los días me llamas. Tu Palabra resuena en mi interior y me regresa del sueño a continuar mi misión de predicar el Reino. Señor, sé muy bien que no es fácil seguirte. Tengo que convencerme que tu misión es también la mía, tu ideal el mío, tu anhelo el mío. Para seguirte tengo que dejar muchas redes que me atan de manos y me estorban, me entorpecen, me incapacitan para seguirte. Ayúdame Señor, a dejar mis redes de seguridad, de confort y de dependencias; dame valor para lanzar las redes que me envuelven en miedos y tristezas. Todo, Señor, para seguirte y compartir tu misión, calmando el hambre más honda que retuerce el estómago del mundo: hambre de amor*. * José María R. Olaizola, sj

NO ES FÁCIL SER CRISTIANO...

Lc 21, 12-19 Señor, en ocasiones caigo en la comodidad de ser un cristiano de nombre, de rezo, de cruz en cuello, de misas. Se me olvida que no sólo he de profesar mi fe, sino también vivirla y dejarla ver a los demás.  ¡Cuesta ser “Cristiano” de verdad! Cuesta el señalamiento, la burla, la crítica, el cansancio, el abandono. Y cuesta más cuando todas estas incomodidades vienen de la familia, hermanos, amigos.  Ayúdame, Señor, a mantenerme firme en los momentos en que tengo que defender los valores del Reino, en los momentos en los que, al parecer, nadie está de mi parte. Confío en que me darás paz en mi corazón, palabras sabias de convencimiento y un corazón compasivo y misericordioso para no desfallecer en esos momentos. 

EN UNA ESPERA SABIA…

Lc 21, 5-11 "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido" Señor, tú eres mi fortaleza, mi refugio, mi liberación y mi ayuda. Tú eres mi Dios. Ayúdame a no poner mi corazón en lo pasajero, en lo que no perdurará, en aquello que será destruido. Que mi verdadero sustento sea vivir en Ti, mi Señor. Lléname de Espíritu para ser sabio en mi caminar por este mundo y discernir tu presencia en mi camino. No dejes que la mentira me agobie y quite mi paz; mi corazón ha de mantenerse en pie sostenido siempre por tu amor.

ENSÉÑAME A DAR A CORAZÓN ABIERTO…

Lc 21, 1-4 Señor, sé que a ti no te gustan las limosnas anunciadas y orgullosas que sólo tranquilizan conciencias. Concédeme tu sabiduría para saber dar lo que realmente significa vida: amor, perdón, verdad, paz, solidaridad, compasión, escucha, aliento, cercanía y presencia. Esto nunca me sobra, siempre lo busco y te lo pido para Vivir de verdad. Enséñame a dar, Señor, no monedas que tranquilizan mi conciencia, sino la misma Vida que abre el corazón a la fraternidad.

HAZ QUE VIVAMOS EN TU REINO...

Hoy es la solemnidad de Cristo, Rey del Universo.  Quiero recordar hoy, Señor, que he sido creado para vivir en tu Reino y para construirlo día a día entre los que me rodean.  No puedo cerrar mis ojos, mis oídos ni, mucho menos, mi corazón. Necesito estar abierto a la experiencia de mis hermanos para vivir tu Reino.  Ayúdame a alimentar a los demás con mi vida, a saciar la sed de cariño, a vestir a mi hermano con mis abrazos, a visitar el corazón herido, a hospedar a todos en mi corazón. Así, sólo así, te puedo vivir como mi Rey y Señor.

ERES UN DIOS DE VIVOS...

Luc 20, 27-40. Señor, hoy quiero convencerme aún más que tú eres el Dios de Vida y de Vivos.  Quiero ser sincero conmigo al revisar mi historia y encontrar que está impregnada de ti. ¡Cuán tan responsable soy de vivir Vida y no muerte!  Si tú, Señor, eres Dios de Vivos, ¿me dejo impregnar por esa Vida que tú me regalas siempre o permito que mis decisiones, sentimientos y acciones impregnen mi historia de muerte? ¡Ayúdame, Señor, a vivir Vida de verdad!

PARA VIVIR EN TU TEMPLO…

Lc 19, 45-48 Señor, pocas veces me doy cuenta las maravillas que haces conmigo. Paso mi vida con prisas y preocupaciones y desearía tan sólo un momento para ir al templo a estar contigo. ¿Pero no es mi cuerpo también un templo en el que habita tu Santo Espíritu? Enséñame a entrar en este templo tuyo que es mi propio ser, para escucharte y hablar contigo en el silencio y la intimidad. Y no permitas que sea usurpado por aquellos sentimientos que me venden una paz falsa; dame sabiduría y celo para no venderme a lo que no me hace vivir tu Salvación.

CONDÚCEME A LA PAZ

Lc, 19, 41-44: Señor, mi vida está llena de mucho ruido, de preocupaciones, de inseguridades, de enojos, de egoísmo. Todo lo voy cargando en mi corazón sin darme cuenta del mal que me hago. Aún no comprendo la invitación que me haces cada día cuando abro mis ojos al despertar. Podré tener miles de problemas y tristezas muy grandes, pero si me despertara con tu voz en mi corazón y el deseo de permanecer en ti, comenzaría a comprender lo que tu Paz puede hacer en mi vida. Abre mi mente y mi corazón para no desperdiciar la Paz que me das todos los días a través de los acontecimientos que vivo, a través de los hermanos con quienes convivo, a través de realidades llenas de amor, de esperanza y de fe.