Evangelio según san Marcos 8, 1-10 Hoy reconozco, Señor, que nunca separas tu mirada de mí, que estás al tanto de mi vida y cuidas siempre de mi caminar. El andar no siempre es fácil; hay obstáculos, decepciones, penas, tristezas que apagan mi espíritu y hacen desfallecer mi vida. Sólo tú, Señor, me sostienes, no dejas que siga caminando sin restaurarme antes, me alimentas y levantas de nuevo. Gracias, Señor, porque multiplicas tu Pan para que pueda Vivir y seguirte. Y si tú compartes conmigo tu Pan, ayúdame a compartir el mío con mis hermanos. Que mi ser cristiano no sea un mero ritualismo y cumplimiento de leyes, sino un verdadero deseo de vivir con mis hermanos, partiendo y compartiendo, no sólo por dar sino para buscar ser comunión con ellos.