REFLEXIÓN PARA NIÑOS En este Domingo de la Misericordia el Evangelio nos recuerda que para "ver" a Jesús no necesitamos lentes especiales pero sí un corazón que ame mucho, que perdone mucho, que quiera la paz para todos. Uno de los Apóstoles llamado Tomás les dijo a sus hermanos: "Si no veo, no creo". Esto le pasó porque cuando Jesús se apareció a los Apóstoles, Tomás no estaba reunido con ellos. El corazón de Tomás estaba cerrado. ¿Cómo le hizo para abrir su corazón y poder ver a Jesús? Se quedó con sus hermanos, los Apóstoles, hizo oración con ellos, los escuchó y compartió. Sólo así pudo verlo cuando se apareció de nuevo y hasta pudo meter su dedo en sus heridas y su mano en su costado. Cuando nos alejamos de nuestros hermanos, cuando cerramos nuestro corazón por miedo, por coraje, por envidia o egoísmo, no podemos ver a Jesús Resucitado que aparece en nuestras comunidades. ¿Qué hay que hacer? Estar en la comunidad, venir a misa, escuchar la Palabra de...