VIVIR LA ALEGRÍA DE LA LIBERTAD
Lecturas: Gal 6, 14-18
Mt 11, 25-30
Hoy la Iglesia celebra la Fiesta de uno de los santos más conocidos de la historia. San Francisco de Asís, con todas sus alusiones, es más que un adorador de la naturaleza; es un conocedor de los sacramentos de Dios presentes en todo lo creado.
Pero para abordar nuestra reflexión de hoy me gustaría partir del fragmento que leímos de la Carta a los Gálatas. En esta comunidad, Pablo encontró a un grupo de judaizantes que, trastornando el camino de formación en Cristo, trataron de imponer el yugo antiguo de la esclavitud. Marcar el cuerpo, con la circuncisión, era la expresión de aquellos que aún no habían logrado una intimidad espiritual con Cristo, muerto y resucitado.
Ante esta terquedad, Pablo luchaba por establecer una liberación de todo aquello que esclavizaba y disminuía la vida misma, y el resucitado era su estandarte. Lejos estaba Pablo de gloriarse por marcar con la circuncisión a los nuevos cristianos, como si fueran de su propiedad. Lo que buscaba era, en una actitud de humildad, ayudar a las personas a conocer a Cristo, y su persistencia la denotaba en el sufrimiento a causa de persecuciones, siendo su gloria solamente la Cruz de su maestro.
Y la libertad deseada por Pablo para la comunidad de Galacia es eco de aquella expresada por Jesús en el pasaje del Evangelio. Sentirme libre presupone una intimidad con Cristo, que no puedo lograr si no tengo una actitud de humildad (saber quién soy) y sencillez. Sólo así podremos descansar de nuestras fatigas del sin sentido, del miedo, del odio, de la mentira, etc., y dejaremos de agobiarnos por aquello que no vale la pena y que nos ciega ante la maravillosa expresión de amor por parte de Dios que es la misma creación.
¿Y a qué viene todo esto el día de San Francisco? Precisamente es, el hermano Francisco, una muestra de aquella libertad. Frente a una religiosidad ya acartonada del siglo XIII, vivía en una alegría contagiosa que dejaba ver la relación personal que tenía con Cristo y que hacía que su corazón cantara de dicha la espiritualidad de un hijo de Dios. La austeridad, la ciencia y la virtud fueron perlas que caracterizaron a este hombre, quien crucificado en Cristo con sus estigmas dejó el legado del amor a Dios en toda su creación, siendo esta crucifixión de Francisco el compartir los mismos motivos que Cristo tuvo para amar a tal grado que entregara su vida.
Pidámosle hoy al Señor, por intercesión de este gran santo, que seamos prestos en aceptar la liberación que Cristo nos ofrece, y podamos experimentar el descanso y la tranquilidad de una espiritualidad de la alegría.
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